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Gustav Landauer: Anarquismo — Socialismo (1895)

Traducción al castellano: @rebeldealegre

Landauer explica el cambio en el subtítulo del Sozialist a “Semanario por el Anarquismo y el Socialismo” (Organ für Anarchismus-Sozialismus). El texto ofrece perspectivas sobre la comprensión temprana del anarquismo en Landauer, su relación con el socialismo, y los prospectos de una sociedad anarquista futura. Originalmente publicado como “Anarchismus — Sozialismus” en el Der Sozialist, un 7 de Septiembre de 1895.


Semanario por el Anarquismo y el Socialismo — esto es lo que dice nuestro periódico.

Anarquismo es la finalidad que perseguimos: la ausencia de dominación y del estado; la libertad del individuo. Socialismo es el medio mediante el cual queremos alcanzar y asegurar esta libertad: solidaridad, compartir, y trabajo cooperativo.
 
Algunas personas dicen que hemos invertido las cosas al hacer del anarquismo nuestra finalidad y del socialismo nuestro medio. Ven ellos la anarquía como algo negativo, como la ausencia de instituciones, mientras que el socialismo indica un orden social positivo. Piensan que la parte positiva debiese constituir la finalidad, y la negativa el medio que puede ayudarnos a destruir lo que sea que nos frena de alcanzar la finalidad. Estas personas no comprenden que la anarquía no es solo una idea abstracta de la libertad sino que nuestras nociones de una vida libre y de actividad libre incluyen mucho de lo que es concreto y positivo. Habrá trabajo — con un propósito y justamente distribuido; pero solo será un medio para desarrollar y fortalecer nuestras ricas fuerzas naturales, para impactar en  nuestros semejantes seres humanos, la cultura, y la naturaleza, y para disfrutar de las riquezas de la sociedad en su plenitud.
 
Quien sea que no esté cegado por los dogmas de los partidos políticos reconocerá que el anarquismo y el socialismo no se oponen sino que son co-dependientes. El verdadero trabajo cooperativo y la verdadera comunidad puede solamente existir donde los individuos sean libres, y los individuos libres pueden solamente existir donde las necesidades se satisfacen a través de la solidaridad fraternal.
 
Es imperativo luchar contra los falsos clamores social demócratas de que el anarquismo y el socialismo son tan opuestos como “el fuego y el agua.” Quienes claman tales cosas usualmente argumentan así:
 
Socialismo quiere decir “socialización.” Esto quiere decir a su vez que la sociedad — un término vago que usualmente abarca a todos los seres humanos que habitan la tierra — estará amalgamada, unificada, y centralizada. Los supuestos “intereses de la humanidad” se convierten en la más alta ley, y los intereses específicos de ciertos grupos sociales e individuos se vuelven secundarios. El Anarquismo, por otra parte, quiere decir, individualismo, es decir, el deseo de los individuos de reafirmar el poder sin límites; implica atomización y egoísmo. Como resultado, tenemos opuestos incompatibles: socialización y sacrificio individual por un lado; individualización y egocentrismo por el otro.
 
Pienso que es posible ilustrar las desventajas de estos supuestos a través de una simple alegoría. Imaginemos un pueblo que experimenta sol y lluvia. Si alguien sugiriera que el único modo de proteger al pueblo contra la lluvia es construyendo un techo enorme que cubra todo y que estará siempre ahí, sea que llueva o no, entonces esto sería una solución “socialista” de acuerdo a los social demócratas. Por otra parte, si alguien sugiriera que, en caso de lluvia, cada individuo ha de tomar uno de los paraguas del pueblo y que aquellos que lleguen tarde simplemente es mala suerte, entonces esta sería una solución “anarquista.” Para nosotros socialistas anarquistas ambas soluciones nos parecen ridículas. Ni queremos forzar a todos los individuos bajo un techo común no queremos terminar a puñetazos por paraguas. Cuando sea útil, podemos compartir un techo común — en tanto pueda ser removido cuando no sea útil. Al mismo tiempo, todos los individuos pueden tener su propio paraguas, en tanto sepan cómo encargarse de ellos. Y respecto a quienes desean mojarse — bueno, no les forzaremos a mantenerse secos.
 
Dejando las alegorías a un lado, lo que necesitamos es lo siguiente: asociaciones de la humanidad en asuntos que conciernan a los intereses de la humanidad; asociaciones de un pueblo en particular en asuntos que conciernan a los intereses de un pueblo en particular; asociaciones de grupos sociales en particular en asuntos que conciernan a los intereses de grupos sociales en particular; asociaciones de dos personas en particular en asuntos que conciernan a los intereses de dos personas en particular; individualización en asuntos que conciernan a los intereses del individuo.
 
En vez del estado nacional y el estado mundial con que sueñan los social demócratas, nosotros los anarquistas queremos un orden libre de asociaciones y compañías  múltiples, entrelazadas, coloridas. Este orden estará basado en el principio de que todos los individuos están más cercanos a sus propios intereses, y de que sus camisas están más cercanos a ellos que sus chaquetas. Rara vez será necesario dirigirse a toda la humanidad para lidiar con un problema específico. Por lo tanto, no hay necesidad de un parlamento global o de ninguna otra institución global.
 
Hay asuntos que conciernen a toda la humanidad, pero en tales casos los distintos grupos encontrarán modos de llegar a soluciones en común. Tomemos el asunto del transporte internacional y sus intrincados horarios como ejemplo. Aquí, los representantes de cada país hallan soluciones a pesar de la ausencia de un poder coordinador superior. La razón es simple: la necesidad lo requiere. Es por ende difícilmente sorprendente que yo opine que el  Reichskursbuch es la única publicación burocrática digna de leer. [1] Estoy convencido de que este libro recibirá más honores en el futuro que los libros de leyes de todas las naciones juntas!
 
Otros asuntos que requerirán de atención global son las medidas, los términos científicos y técnicos, y las estadísticas, que son de gran importancia para la planificación económica y para otros propósitos. (Aunque, son mucho menos importantes de lo que piensan los social demócratas, quienes quieren convertirlas en el trono sobre el cual construir la dominación global del pueblo.) Aquellos que no están condenados a la ignorancia por las condiciones que los poderosos les fuerzan pronto harán uso apropiado de las estadísticas sin institución global alguna. Habrá probablemente una organización global de algún tipo que compile y compare distintos datos estadísticos, pero no jugará un rol muy significativo y nunca constituirá una fuerza política poderosa.
 
¿Hay intereses comunes dentro de una nación? Hay algunos: el lenguaje, la literatura, las artes, las costumbres, y los rituales, todos tienen características nacionales específicas. Sin embargo, en un mundo sin dominación, sin “territorios anexados” y la idea de “tierra nacional” (tierra que ha de ser defendida y expandida), tales intereses no significarán lo que significan hoy. El concepto de “trabajo nacional,” por ejemplo, desaparecerá por completo. El trabajo se estructurará en modos que no seguirán al lenguaje o a la etnografía. Para las condiciones de trabajo en las comunidades locales, tanto la geografía como la geología son muy importantes. Pero ¿qué tienen que ver nuestros estados nación con estas realidades? (En cuanto a las diferencias en el lenguaje, son mucho menos desafiantes de lo que generalmente se imagina.)
 
Hablando de trabajo, hay distintas corrientes dentro del campo anarquista. Algunos anarquistas propagan el derecho al libre consumo. Creen que todos los individuos deben producir de acuerdo a sus habilidades y consumir de acuerdo a sus necesidades. Mantienen que nadie sino el individuo puede saber cuáles son sus habilidades y necesidades. La visión es tener bodegas rellenadas por el trabajo voluntario de acuerdo a las necesidades de las personas. El trabajo se hará puesto que cada individuo comprenderá que la satisfacción de las necesidades de todos requiere de un esfuerzo colectivo. Las estadísticas y la información sobre las condiciones de trabajo en comunidades específicas proveerán de directrices sobre cuánto producir y sobre cuánto trabajo será necesario, tomando en cuenta tanto la tecnología como la fuerza de trabajo general. La necesidad de obreros será anunciada públicamente a todos quienes sean idóneos. Aquellos que se rehusen a trabajar — por completo o parcialmente — aún cuando podrían, se verán en un ostracismo social.
 
Creo que este es un resumen preciso e imparcial de las ideas de los comunistas. Ahora quiero explicar por qué considero estas nociones de la organización del trabajo insuficientes e injustas.
 
No las creo imposibles. Creo que el comunismo y el derecho al libre consumo pueden existir. Sin embargo, creo que muchas personas escogerán no trabajar. El ostracismo social les importará poco — pueden asegurarse de apoyo mutuo y respeto entre sus pares.
 
Aunque este no es el mayor problema. El mayor problema es que se creará una nueva autoridad moral; una autoridad moral que declara como “los mejores seres humanos” a quienes trabajan más duro, a quienes están preparados para hacer el trabajo más difícil y sucio, y quienes hacen sacrificios por los débiles, los holgazanes, y los aprovechados. La restricción de tal moral y las recompensas sociales que promete serán por lejos peores y más peligrosas que la restricción más aceptable que conocemos: el egoísmo. He llegado a esta opinión luego de mucha contemplación. Una sociedad basada en la restricción de la moral será por lejos más unidimensional e injusta que una sociedad basada en la restricción del interés personal.
 
Los anarquistas que comparten esta opinión ven una conexión entre el trabajo de los individuos y su consumo. Quieren organizar el trabajo sobre la base del egoísmo natural. Esto quiere decir que quienes trabajan lo harán primordialmente para sí mismos. En otras palabras, quienes se unen a una línea particular de trabajo lo harán porque esperan ciertas ventajas personales de ello; quienes trabajan más que otros lo harán porque tienen más necesidades que satisfacer; quienes hacen el trabajo más difícil y sucio (trabajo que siempre habrá que hacer, aún si es de un modo menos espantoso que hoy) lo harán porque — contrario a hoy — este trabajo será el más valorado y pagado más alto.
 
La crítica a este tipo de organización del trabajo es principalmente triple: primero, uno lo ve como una injusticia contra el intelectualmente o físicamente débil; segundo, uno teme que las riquezas individuales serán acumuladas y que nuevas formas de explotación surgirán; tercero, uno se preocupa de que una clase exclusiva de productores obtendrá y defenderá privilegios.
 
Yo considero que todas estas preocupaciones son infundadas. Es cierto que habrá diferenciación del trabajo. Sin embargo, si las personas están bien educadas y sus talentos bien nutridos, entonces todos encontrarán fácilmente trabajo que se adecue a sus cualificaciones. Unos encontrarán que el trabajo intelectual les es adecuado, otros el trabajo manual, etc. A quienes no pueden trabajar — los discapacitados, los ancianos — se les proveerá de muchos modos, tal como a los niños se les provee. El principio de apoyo mutuo será central.
 
Será imposible que los individuos acumulen riquezas conduciendo la explotación, pues todos en una sociedad anarquista comprenderán que el uso común de la tierra y de los medios de producción es de su interés individual. Como resultado, quienes trabajen más duro podrán obtener ventajas en términos de propiedad personal, pero no obtendrán ningún medio de explotación.
 
Finalmente, ningún grupo obtendrá nada al tornarse exclusivo. Serán boicoteados al instante. Si cierto grupo obtuviese alguna vez ventaja en cierto área de la producción, aparecerían nuevos productores y no tardaría mucho antes que se reestablezca en equilibrio justo. Cuando los trabajadores van y vienen libremente y cuando hay real libre competencia entre seres humanos iguales, entonces las desigualdades permanentes se tornan imposibles.
 
No es inconcebible que la organización del trabajo, como la he delineado, pueda adoptar las dos formas simultáneamente en distintas regiones o en distintos campos del trabajo. La experiencia práctica pronto determinará la forma más viable. En cualquier caso, la finalidad de ambas formas es la misma: la libertad del individuo sobre la base de la solidaridad económica. No hay razón para discutir sobre los detalles organizativos de la sociedad futura. Es mucho más importante combinar nuestras fuerzas para establecer las condiciones sociales que permitan las experiencias prácticas que determinarán estos asuntos.
 
La anarquía no es un sistema sin vida de pensamientos prefabricados. La anarquía es vida; la vida que nos espera después que nos hayamos liberado del yugo.
 

[1] Reichskursbuch: antiguo horario de trenes nacionales alemán.